Posponer y déficit de atención en adultos

  • por
posponer y TDAH

Posponer si tienes déficit de atención en adultos es casi seguro. Posponer también se conoce como procrastinación. A menudo la tarea más sencilla nos parece difícil de empezar. Por supuesto, una vez terminada la tarea, nos parece igual de simple que para cualquier otra persona, pero ese momento de arrancar y hacerlo ahora mismo es un problema en sí. Lo que hay que superar no es la tarea, que en sí es fácil, sino ese instante en el que estamos a punto de pensar “lo hago después”.

No, no eres vago. No se trata de eso.

No se trata de que seamos vagos o perezosos, como he tenido que oír alguna vez. Yo puedo trabajar tan duro como el que más. Lo difícil para mí es empezar, es como si no supiera como hacerlo. Es difícil de describir esa sensación. No entiendo qué mecanismo en mi cerebro hace que ese momento de empezar a hacer tareas que no me gustan, pero que sé que voy a tener que hacer y cuanto más tarde empiece peor, sea tan difícil a veces.

Si tienes TDAH, hay algunas cosas que de no hacerlas en el momento, las vas a olvidar. Por ejemplo:


Recibo un recordatorio en el móvil de que tengo que enviar un email importante para una reserva de plaza. Pienso “luego lo hago” y le doy al botón “terminado” como si ya lo hubiera hecho. Una semana después recibo un email comunicándome que me he quedado sin plaza. Enviar el email en su momento me hubiese costado cinco minutos…

Hazlo ahora… o probablemente no lo hagas nunca.


Posponer cosas es muy común. Lo hace gente con y sin TDAH, por múltiples razones. Algunas cosas se posponen horas, días, o más frecuentemente, para siempre. Hay dichos sobre el asunto en distintos idiomas y culturas. Todos se pueden resumir en “Si no lo haces ahora probablemente no lo harás nunca”.


El problema de posponer cuando tienes déficit de atención en adultos es que las cosas que no haces en su momento se acumulan unas detrás de otras, y así sucesivamente, hasta que todo alrededor parece un caos tremendo. Y ese caos no solo está en tu entorno, también está en tu cabeza. De hecho, es lo mismo, tu entorno es un reflejo de tu mente. Y eso no se arregla solo. Además, lo que posponemos sigue dando vueltas en nuestro subconsciente, de alguna manera, y lo vamos a tener molestando hasta que lo hagamos.

Cada cual debe buscar sus propios trucos que le funcionen. A título exclusivo de ejemplo, en el libro del Dr. Edward Hallowell “Delivered from distraction” – algo así como “liberado de las distracciones” -, cuenta como uno de sus pacientes utiliza un método para librarse rápidamente del papeleo (cartas, facturas, etc.) que normalmente se nos apila en el escritorio, y mucho. Utiliza el acrónimo OHIO (Only Handle It Once), que viene a ser algo así como “qué solo pase por tus manos una vez”.

¿Realmente tengo que hacer esta tarea o proyecto?

Al igual que cuando hacemos orden en casa a veces tenemos que tirar cosas que ya no vamos a usar, que llevan años en una caja, y no sabemos porqué, también hay cosas a la espera de tener tiempo para hacer, y que están ahí, ocupando espacio en nuestra mente. A menudo, si no las hemos hecho ya, es que no son urgentes o prioritarias, y por lo tanto, quizás podamos vivir sin ellas: quizás deberíamos directamente eliminarlas de nuestra lista.

Posponer si tienes déficit de atención en adultos viene además complicado porque empezamos muchas cosas, de forma impulsiva, porque sentimos interés temporal por ellas. Pero solo las empezamos. Casi nunca las terminamos. Y al final se genera una gran pila de cosas sin terminar que están ahí, ocupando espacio físico en nuestras casas, y espacio en nuestras mentes. Lo ideal sería controlar este problema desde el principio y preguntarse: ¿realmente quiero o tengo que empezar esta tarea o proyecto? ¿no será otra cosa que va a quedar sin terminar?

Conocer este problema ayuda muchas veces a remediarlo, en parte. Pero a menudo no es posible, y seguimos empezando cosas que quedan a medias. Si además tienes el problema añadido de ser perfeccionista, como yo, siempre tienes la sensación de que algo queda por hacer, cuando en realidad ni es prioritario, ni siquiera importante.

Así que, si has empezado algo y sigue rondando por ahí en listas, o en tu mente, pregúntate: ¿realmente tengo que hacer esta tarea o proyecto? ¿por qué es importante? ¿puedo prescindir de ella? A menudo ocurre que después de muchos meses, o años, con una cosa sin terminar, un día la recuerdo, y me doy cuenta de que he podido vivir perfectamente sin ello. Bórralas, en serio. Libera mucho espacio y tiempo.

¿Qué hago para posponer menos si soy adulto y tengo déficit de atención?


Pero, ¿cómo superar la tendencia a posponer si tienes déficit de atención en adultos?. Yo lo sigo haciendo, y probablemente lo siga haciendo siempre. Pero lo he reducido sensiblemente utilizando algunos trucos que os expongo a continuación. Por supuesto que no es una lista exhaustiva, y estoy seguro de que mis lectores, o sea vosotros, tenéis vuestros propios trucos.


Usa listas, pero que estén visibles.

Por ejemplo, tengo una pizarra en la puerta de la cocina, y cada vez que me surge algo nuevo que hacer, lo apunto allí inmediatamente. No espero a más tarde, lo anoto ya, y luego sigo con lo que hacía. Cada vez que voy a la cocina, lo veo, y no me olvido. Así puedo asignar algún momento del día o de la semana para hacer la tarea. Algunas cosas pasan tiempo allí, pero no las olvido mientras las tenga apuntadas. Algunas cosas pierden importancia con el tiempo, y las acabo borrando. La parte buena de esto es que las que sí son importantes no las olvido.

El problema de usar listas que sólo ves cuando tienes la intención de hacerlo, como blocs de notas o listas en el móvil, es que quizás acabes olvidando el mismo hecho de que las tienes. Además esas listas suelen crecer, y luego aparecen otras… Yo utilizo mi smartphone principalmente para recordatorios, alarmas y la agenda – hablaré sobre la importancia de éstos en otra entrada del blog -. Es como mi asistente personal digital. Pero las cosas importantes las anoto en sitios siempre visibles.

Concentra tareas comunes para ganar tiempo


Por ejemplo, para tareas comunes diarias o periódicas intento concentrarlas todas en algún momento específico del día, y siempre llevan el mismo orden. A veces pongo una alarma o recordatorio que me avisa de qué debo empezar.

Como el orden de ejecución ya está establecido con anterioridad, no me entretengo pensando sobre si debo o no hacerlo, y cómo hacerlo. Directamente me hago una tarea, y después otra, hasta que termino: primero pongo los platos en el lavavajillas, luego limpio la cocina, luego recojo la ropa que está fuera de sitio, luego paso el aspirador… De este modo, no tengo que pensar ¿qué hago ahora? ¿en qué orden?.

Si tienes déficit de atención o TDAH ese tipo de momentos intermedios entre tareas – por muy sencillas que sean éstas -, suelen llevarte a hacer cualquier cosa menos a lo que querías hacer. Son una especie de momentos “¡mira, una ardilla!”.

Por ejemplo, tienes que guardar tu ropa en la cómoda, y después quieres limpiar los zapatos. Pero cuando abres la cómoda y empiezas a guardar ropa, descubres esa camiseta que tanto te gusta y que hacía semanas que no veías. Entonces, veinte minutos después, te ves a tí mismo mirando camisetas en Internet, y los zapatos siguen sin limpiar. Te cabreas por la pérdida de tiempo, pero es incluso posible que termines haciendo otra cosa menos los zapatos.

Teniendo claro lo que tienes que hacer y en qué orden, será más difícil (aunque no imposible) que este tipo de distracciones ocurra. Si lo apuntas todo en orden en una pequeña lista y sigues ese orden a rajatabla, mejor todavía. En cierto modo todo esto está relacionado con aquella otra entrada del blog sobre eliminar la libertad de elección.

Aprovecha la tecnología en tu favor.


Si no estoy en casa, utilizo mi asistente personal digital. En esta maravillosa era tecnológica que vivimos, le puedo decir a mi smartphone que me recuerde cuando llegue a casa que tengo que pagar el seguro del coche. En cuanto llego a casa y me salta el recordatorio, lo hago, no espero a después. O bien lo anoto en la pizarra de la cocina. Pero ya no lo voy a olvidar.


En cuanto tengo una reunión o una cita, la apunto en la agenda digital, y la programo para que me salte un recordatorio con suficiente antelación. No, no es tiempo perdido. ¡Qué nadie os engañe!: lo que es tiempo perdido es olvidar la cita y no acudir. Con suerte podré marcar otra cita, pero es tiempo perdido.

Posponer no es divertido


Hay muchas bromas circulando por ahí sobre posponer. Si eres joven quizás hasta te resulta gracioso. Pero un día cuando pases de cuarenta, te vas a preguntar dónde se te ha ido todo ese tiempo. Te preguntarás: ¿dónde estaría ahora de no haber derrochado mi tiempo así? Nadie te lo va a devolver nunca. Si no tienes ni quieres responsabilidades en la vida, si quieres estar siempre en la misma posición y no quieres progresar, sigue perdiendo el tiempo, pero recuerda que algún día te habrás de arrepentir de ello, y no hay nada que puedas hacer para remediarlo.